sábado, 27 de agosto de 2011

Leonardo Da Vinci, un sufí en la corte de Ludovico

ORIGEN DEL SUFISMO

Se ha discutido y continúa siendo fuente de controversias, el origen del Sufismo los historiadores de cultura islámica mantienen que su origen es exclusivamente mahometano, que se trata de un misticismo de profundas raices islámicas que no debe nada a tradiciones anteriores.
Sin embargo otros investigadores ven un sustrato cristiano, de raiz gnostica en las doctrinas sufistas. Los gnosticos tuvieron gran predicamento en Egipto y en el este del Impero Romano, especialmente en Siria y en Asia Menor, la actual Turquía.
Por otro lado, el gnosticismo hunde sus riaíces en el pensamiento griego, tanto en la llamada religión de los misterios como en la filosofía clásica, recordemos que una copia del libro septimo de La República fue encontrada el Nag Hamadi junto a textos gnósticos del siglo segundo.

EL CONTACTO CON EL NEOPLATONISMO

La Italia, y através de ella el resto de Europa, de Da Vinci redescubre a Platón de la mano de sabios Bizantinos que llagan a la penísula transalpina, especialmente a Florencia, donde Marsilio Ficino y Pico de la Mirándola crean una Academia Platónica.
En ese momento llegan a la república toscana una enorme cantidad de obras de todo tipo, entre ellas los escritos de Hermes Trimegisto que despiertan una gran espectación. El neoplatonismo y el neopitagorismo resurgen con fuerza e influyen en la nueva ciencia, en Giordano y en Galileo.
En este clima de excitación cultural Leonardo se sintió fascinado por los relatos de los expatriados de Bizancio.

VIAJE EN BUSCA DE LA ANTIGÜA SABIDURÍA

Su curiosidad, los libros que caen en sus manos, los tratados de óptica, dibujos de obras de ingeniería imposibles y máquinas futuristas, debieron de tener un gran impacto en su espíritu aventurero juvenil y en su imaginación desbordante y pronto comenzó a planear un viaje a Grecia.
Para llevar a cabo su proyecto, primero se trasladó a Venecia que mantenía un fluido contacto comercial con los turcos y, una vez allí, tras una temporada en el barrio veneciano de Estambul, viajó a Siria con un salvoconducto del propio Sultan para el Gobernador de aquellas tierras.
Despues lo encontramos en Milán donde, dotado de unos conocimientos que no existían en la Europa de su época, se presenta ante Ludovico Sforza.


Editado por Fernando Dutilh
autor de "Los Años Perdidos de Leonardo Da Vinci"